lunes, 17 de octubre de 2011

HAY FRIO, MUCHO FRIO, PERO EL FRIO ES MÁS INTENSO CUANDO VIENE DE LA AUTORIDAD

Reportajes de cómo el friaje acecha a las comunidades alto andinas es un tema recurrente durante la mitad del año. Y es de todos los años también que la empresa privada conjuntamente con la ciudadanía realicen campañas de solidaridad. Sin embargo, estas “soluciones” no resuelven el problema de fondo: El verdadero friaje es el gubernamental hacia aquellos que más necesitan la presencia del Estado. ¿Acaso estos pueblos de las alturas no son parte del Perú? ¿Quién dijo que no quieren pertenecer al sistema? Al parecer los gobiernos precedentes tenían soroche para enfrentar el problema, temor que el Presidente Ollanta Humala ha manifestado no tener. Es momento de cambiar esta realidad y terminar con la exclusión.

Los índices macro económicos crecen a la par que la desigualdad en la distribución de las riquezas. Este malestar se evidencia en los más de 200 conflictos sociales presentes, la mayoría de ellos en las zonas rurales. Es tiempo entonces de volver a mirar y replantear los conceptos de inclusión y desarrollo.

De la misma manera en que la solución para los problemas de las zonas rurales no es la dotación de frazadas o alimentos, tampoco los programas sociales terminarán con el problema principal: Los pueblos de las zonas altas están excluidos y sólo las políticas de estado en acción conjunta con los gobiernos locales podrán lograr inclusión con desarrollo. Y esta debería ser la consigna principal para la creación del Ministerio de Desarrollo e inclusión.

El tema de la inclusión ha sido el leitmotiv de la campaña electoral de Gana Perú y sin duda es la principal promesa electoral. Pero ¿Qué es eso de la inclusión? Pareciera que muchos de los que hablan de este tema entienden que se refiere exclusivamente a la expansión de los programas sociales vigentes y la puesta en marcha de los nuevos que se han anunciado. Sin embargo debemos decir que no es así, pues la inclusión es un proceso que da participación a la población que ha sido excluida del sistema económico por la naturaleza de la explotación capitalista, que ha favorecido a la empresa frente al trabajador, que ha fortalecido la urbe frente al campo, que ha privilegiado a la capital frente a la provincia y ha construido una sociedad y una economía para atender preferentemente a quienes tienen más frente a los que tienen menos.  

La inclusión de la que hablamos y que debe ser el objetivo central del quehacer gubernamental, es social, económica, cultural y política y debe dar como resultado la participación de la población excluida en todos esos niveles. Pero, es sobre todo, participación en la toma de decisiones. Bien venidos sean los programas sociales, pero el resultado de ellos no será la inclusión que buscamos sino vienen enmarcados por una política que revalore a las poblaciones rurales, abra las compuertas del mercado a sus  productos a precios justos, mejore la participación del trabajo en la producción, establezca mecanismos de participación política de los que hoy están excluidos en la toma de decisiones. Supone también un lucha contra la pobreza que no se basa en la donación ocasional de raciones suplementarias de alimentos, ropa o calzado para los pobres, lo que sin duda es necesario como una solución temporal a un estado de postración,  sino que afirma la necesidad de crear empleo adecuado, ofrecer una educación y un sistema de salud de calidad para todos, para lograr desarrollar las capacidades humanas y condiciones institucionales como la base de un largo proceso de inclusión social que requiere nuestro país, para superar los muchos siglos de exclusión de los que hemos sido victimas. La pobreza no es otra cosa que una clara manifestación de que la sociedad que la padece, no ha sido capaz de organizarse de manera justa ni generar las condiciones que hagan que sus ciudadanos posean las capacidades para salir de ese estado.     

Más que crecimiento lo que necesitamos es establecer una política social enganchada al desarrollo, que suponga un crecimiento económico, pero al mismo tiempo incluya una equitativa redistribución de la riqueza y un proceso de inclusión de todos los peruanos.

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